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Momia guanche masculina, Museo Nacional de Antropología de Madrid. |
A través de la historia el ser
humano ha querido atrapar una porción de la memoria de los que nos antecedieron
poseyendo objetos del pasado. El trafico y comercio de antigüedades era práctica
habitual en los siglos XVIII Y XIX, donde a la parte codiciosa por tener una
muestra encapsulada del pasado se le unía la del valor del objeto en sí. Las
Islas Canarias en estos siglos no fue ajena a esta vorágine por obtener elementos del
pasado. Ya en el siglo XVIII se propicio en las islas una intensa búsqueda de
necrópolis de los antiguos guanches para satisfacer la demanda que entre las
clases más pudientes de las cortes europeas se hacía para obtener el conocido
como “polvo de momia” que se obtenía de la trituración de los cuerpos momificados
y que según la creencia de la época devolvía, a quien lo tomaba, el vigor de la
juventud.
Más tarde, en el siglo XIX la
búsqueda se amplía a cualquier objeto relacionado con los antiguos canarios.
La
frecuente visita de extranjeros en las islas para realizar estudios sobre los
antiguos, la condición colonial de Canarias, la falta de un organismo que se
encargara de gestionar estos hallazgos en las islas y de acaudalados señores en
busca de piezas exóticas que coleccionar, facilito el florecimiento de un
comercio más o menos estructurado, que propicio el saqueo de diversos objetos
arqueológicos canarios con destino a los museos de Europa. Para entender la dimensión
que estas actividades disfrazadas de cientificismo llegaron a tener, diremos
que algunos campesinos y pescadores de las islas, lo tenía como actividad
secundaria para aportar un sobre sueldo en sus familias y que actuaban bajo las
ordenes de personajes de origen ingles, principalmente, que se dedicaban a la
venta de antigüedades.
Las momias de Araya de Candelaria y el Archiduque Maximiliano I de México.
Uno de los hallazgos más
importantes de cuerpos momificados realizados en Tenerife, fue el realizado en
el municipio de Candelaria, concretamente en el término de Araya. Conocemos
este proceso por el informe que realizo Aureliano Fernández-Guerra y Orbe
gobernador civil de la provincia de Canarias y presidente de la Comisión
Provincial de Monumentos de las Islas Canarias, en 1864. En dicho informe se
desprende los entresijos e intereses que estas momias tenían más allá de un
descubrimiento fortuito.
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Informe del gobernador civil Aureliano Fernandez- Guerra y Orbe. |
En mayo de 1862 se informa al
alcalde de Candelaria sobre el descubrimiento de cuatro momias guanches, en el término
de Araya en unas cuevas del barranco propiedad de Silvestre de Torres. Este da
parte al Gobernador Civil y se trasladan los cuerpos a Santa Cruz de Tenerife a
la espera de entregarlas a la Real Academia de la Historia de Madrid.
Hasta aquí todo sería normal, sino
fuera por que aparecen en escena una serie de personajes que ponen en duda que
el hallazgo de las momias fuera fortuito.
En el mismo mes de mayo, se
presentan ante el Gobernador, Silvestre de Torres, Martín Díaz, Salvador Hernández
y Agustín Otazu. El primero como dueño de los terrenos donde se hizo el
hallazgo y los otros tres como descubridores de las momias pidiendo se le
entregasen en cumplimiento de la ley de 9 de Mayo de 1835 la cual venía a decir
que correspondía al estado el tesoro y a los descubridores una cuarta parte,
aunque no se consideró la reclamación de los descubridores puesto que no estaba
compuesto de alhajas, dinero u otros objetos de valor susceptibles de ser
comerciados y que por ser momias podía considerarse profanaciones.
Es aquí cuando en Septiembre del
mismo año aparece Diego Benítez, reclamando una de las cuatro momias en
concreto la perteneciente a una mujer adulta y mejor conservada. Lo que relata
a continuación sobre el hecho del supuesto descubrimiento de dichas momias no
tiene desperdicio, por cuanto se descubre que no fue un hecho fortuito el
hallazgo de los cuerpos.
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Reclamación de Diego Benítez solicitando la momia femenina. |
Diego Benítez, vecino de la Villa de La Orotava
manifestó al Gobernador que era aficionado y recolector de objetos curiosos de
los antiguos moradores de las Islas Canarias, que al efecto tenía comisionados en las principales comarcas para
que le buscaran y condujeran alguna momia poniéndose de acuerdo para la
extracción con el dueño del terreno en que se encontrara. Añade que para
complacer al Archiduque D. Fernando Maximiliano I de México que visitó la Isla
de Tenerife en 1859 y le había encargado una de estas momias para su colección y
que sabiendo por su encargado, Salvador González de unas momias en Araya de
Candelaria, reclamaba su parte. Esto nos deja claro que esta práctica lejos de
considerarse un hallazgo fue una práctica premeditada y de un intenso negocio
que tenía una estructura estable que propiciaba la búsqueda de estos objetos
arqueológicos, para personajes tan notables como el emperador de México.
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Archiduque Fernando Maximiliano I de México. |
De las grades y a la vez
desconocidas protagonistas de esta historia de saqueos al patrimonio canario
sabemos que una de ellas, un adulto masculino que carece de cabeza y brazos fue
entregada al Gabinete de Historia Natural del Instituto de Canarias, donde
actualmente se conserva; otro adulto masculino, que conservaba los brazos y
piernas completos, fue cedida en depósito al Museo de Sebastián Casilda Yánez
de Tacoronte y debe tratarse de una de las dos momias que no aparecen
registradas en su inventario, descrito por Juan Bethencourt en 1884 y que
aparecen en el segundo tomo de “Historia del pueblo guanche” fotografiadas por
Diego Lebrun.
Desgraciadamente de las dos
restantes, un adulto masculino, al que le faltaba el antebrazo izquierdo y el
de la mujer adulta, la mejor conservada, no tenemos noticias. Aunque es más que
probable que le fuera entregada a Diego Benítez y este a su vez cumpliera con
el encargo del Archiduque Imperial Fernando Maximiliano I de México.
A día de hoy, todavía varias de
estas momias y objetos arqueológicos están en varios museos europeos y del mundo, Museo Británico de Londres (Reino
Unido) o el Museo del Louvre de París (Francia), entre otros. En una de las
salas del Museo Nacional de Antropología de Madrid se expone una momia guanche masculina que ha sido reclamada varias veces para su restitución como parte de
nuestro patrimonio arqueológico, siendo denegada su devolución sistemáticamente
por parte de las autoridades gubernamentales de Madrid. Unos episodios lamentables de nuestra historia, del que deberíamos
tomar conciencia tod@s l@s Canari@s en preservar de “traficantes” sin escrúpulos que, todavía aun
hoy en día, pretenden lucrarse con la memoria material de nuestros antiguos.